La Pata coja del Espíritu Humano:
P/ 1. Háblenos sobre las causas por las cuales la ciencia y la religión son tan contrarias?.
P/ 2. Díganos algo sobre la tendencias de algunas personas de occidente a buscar mejores soluciones en las religiones orientales?.
R/ La Ciencia y la Religión un día se darán la mano como antaño, y aunque aun no es el momento debemos preparar el camino.
El materialismo científico actual presenta un gran reto a los buscadores de la verdad del mundo entero.
El materialismo científico parte de la premisa de que nada puede saberse a menos que se observe a través de los cinco sentidos o que se mida por maquinas. Así es que el materialismo reconoce solamente el Mundo Físico y sus leyes. Se origina de las teorías de Charles Darwin, Augusto Comte, Herbert Spencer, Sigmund Freud, Karl Marx y Friedich Engels, entre otros.
Estas teorías sostienen que el hombre, al igual que toda otra forma viviente en nuestro planeta, es un resultado accidental, sin ningún propósito para existir. Para que el hombre sobreviva como organismo psicológico, necesita equilibrar las fuerzas internas que surgen de la subconsciencia con las fuerzas externas que inciden en el hombre de fuentes sociales y ambientales. Aunque tiene que tratar de satisfacer sus anhelos sin provocar amenazas de afuera, no tiene control directo sobre las fuerzas externas ni las internas.
La solución al dilema humano, según las implicaciones lógicas del materialismo, es la de controlar los impulsos internos del hombre por medios tales como las medicinas y de regular las fuerzas externas por medio de la manipulación directa de la estructuras políticas, sociales y económicas. Con este concepto del hombre no hay responsabilidad individual, porque en cualquier momento dado, el hombre es meramente el resultado de factores sobre los cuales no tiene control directo. Por ejemplo, el comportamiento del hombre se achaca a la herencia, educación o pobreza. De acuerdo con esta teoría, el hombre no tiene libre albedrío por el cual se le pueda responsabilizar; sencillamente, es decir reacciona al estimulo interno o externo que percibe. Si la responsabilidad del destino del hombre se le fija a las instituciones sociales, en lugar del hombre en sí, el valor intrínseco del individuo es también negado.
Mientras este punto de vista materialista se va haciendo más y más fuerte, especialmente en el mundo occidental, con igual fuerza se incrementa el número de personas jóvenes que lo rechazan. Se han desilusionado de la sobre mecanizada, sobre intelectualizada y deshumanizada sociedad que ha surgido
del pensamiento materialista.
Pero los buscadores de la verdad vislumbran el valor intrínseco y la integridad en el ser humano como algo de una naturaleza trascendental.
Perciben que los individuos poseen un libre albedrío individual que no es meramente una reacción química a los estímulos biológicos y sociales, sino una expresión positiva de la identidad del individuo. También perciben que el mundo físico no es todo lo que existe; que tras las apariencias externas yacen realidades internas que son la causa de lo que se expresa externamente.
¿A dónde irán esas personas que están buscando la verdad para encontrar confirmación a sus creencias? Muchas van a las iglesias con la esperanza de encontrar una respuesta espiritual a sus preguntas. Algunas encuentran solaz allí, pero hay otras que no. Muchos de los que abandonan las iglesias lo hacen porque encuentran en ellas la misma filosofía materialista que están tratando de evitar, aunque parezca revestida de espiritualidad. Por esto la Iglesia de hoy debe tomar decisiones puntuales y cambios muy importantes que le acerquen a la verdadera imagen de Cristo.
Actualmente hay dos grandes tendencias en las iglesias que ejemplifican el pensamiento materialista. Una tendencia es la “Social”. Las iglesias Sociales son como club de asistentes, se sientan en los mismos bancos de siempre oyen pero no crecen en espíritu. Estas iglesias tratan de acomodarse a los tiempos abrazando el punto de vista científico del hombre. Para ellas la salvación es colectiva y no individual y se logra estableciendo un “Cielo sobre la Tierra” por medio de la plataforma social y política. Parecen haberse olvidado de la manifestación de Cristo, “Mi Reino no es de este mundo.” (Juan 18:36)
La otra tendencia es la “conservadora”. Las iglesias conservadoras dan una interpretación, antropomórfica e histórica de lo que son en realidad experiencias espirituales y símbolos cósmicos.
A la vez que insisten en la realidad física de la “ballena de Jonás”, dejan de percibir la realidad espiritual tras de estos relatos. Por lo tanto interpretan la Biblia en la misma forma que el materialismo científico Interpreta el mundo físico: a través de los cinco sentidos o lo que es igual en religión el literalismo.
Además, la mayoría de las iglesias limitan el concepto del hombre a una corta vida en la tierra. Según ellas, las decisiones que aquí hace afectarán su existencia por toda la eternidad. Por esto se puede comprender el porqué hay buscadores de la verdad espiritual que se ven obligados a buscar en otras Iglesias con carácter reflexivos.
En el mundo actual se conocen dos grandes alternativas con respecto al materialismo: una por medio de la Sabiduría Oriental y la otra por medio de la Sabiduría Occidental, o sea, el Cristianismo Místico expuesto por la Nueva Teología Occidental (N.T.O).
Para algunos, es sorprendente saber que en realidad existen Enseñanzas de Sabiduría Occidental. Se podía haber creído que las iglesias exotéricas por todos conocidas era todo cuanto el cristianismo podía ofrecer. Sin embargo, todas las grandes religiones del mundo han contenido profundas enseñanzas de Misterios y el Cristianismo no es la excepción.
Hay diferencias abruptas entre los enfoques de Oriente y Occidente con respecto al materialismo. De acuerdo al enfoque oriental, el aspirante lucha por lograr luz espiritual directa por medio de los ejercicios de meditación. Su meta es lograr la iluminación en el más breve tiempo posible. Para que se pueda llevar una vida meditativa, se hace necesario retirarse del mundo material, por lo menos hasta cierto punto. Por lo tanto los jóvenes no orientales que se abrazan a los ideales orientales a menudo se unen a una comuna o un retiro en el cual puedan pasar parte de su tiempo conociendo y percibiendo la presencia de Dios en todas las cosas.
Las enseñanzas de la Nueva Teología Occidental presentan otro enfoque en cuanto al materialismo. En Occidente, donde el materialismo ha llegado a obtener su mayor fuerza, se ha desarrollado una actitud racional hacia el mundo, lo cual ha traído gran progreso en cuanto a su comprensión y mejor uso. El arribo del pensamiento científico a Occidente trajo a su fin la ignorancia y superstición de la Edad Media, las cuales causaron mucho sufrimiento y miseria. Por lo tanto, la Sabiduría Occidental no se aparta de los descubrimientos científicos y de la materialidad, sino que se propone usarlos con fines espirituales. En otras palabras, mientras la Sabiduría Oriental defiende explícita o implícitamente el retiro del mundo material, la Sabiduría Occidental (la nuestra) aboga por trabajar en el mundo material con el propósito de espiritualizarlo. Su divisa es “estar en este mundo pero no ser de él. La Iglesia Católica Liberal Occidental y su Nueva Teología Occidental, dedica todos sus esfuerzos por hacer realidad estos conceptos.
El hombre como espíritu tiene como su actual campo de acción el mundo físico y tiene como su instrumento el cuerpo físico. Estas no son circunstancias que deben evitarse o esquivarse, pues son el resultado de los esfuerzos de un totalmente Sabio Creador. Esta herramienta física deberá aprovecharse para que el espíritu, aprenda a ser una inteligencia creadora divina, como lo es su Padre Creador, capaz de crear en todos los niveles de existencia.
Habiendo mencionado brevemente la diferencia básica entre las filosofías de Oriente y Occidente con respecto al materialismo, vamos a considerar otras diferencias en sus filosofías. Así respondemos a la segunda pregunta que se nos hace.
En lo que más fuertemente se contradicen estos dos enfoques, es en el concepto de Cristo. Muchas filosofías orientales guardan silencio sobre este punto. Algunas otras, especialmente las que se promulgan en Occidente, reconocen a Jesús como un gran maestro que obtuvo conciencia Crística, o iluminación, similar a la que obtuvieron Krishna y Buda. Estas enseñanzas proclaman que la devoción a Jesús solamente, sin incluir a los demás Maestros, limita la verdad innecesariamente, y que si la verdad es universal, entonces todos los Maestros a través de la historia deben ser dignos de estudio. De hecho, mientras más ampliamente se estudian las diferentes fuentes, más fácilmente se llega a un conocimiento más completo de la verdad.
El concepto anteriormente presentado indica una falta de compresión con respecto a la evolución espiritual de nuestro planeta. Es posible llegar a ciertas conclusiones, pero si no se consideran todos los factores envueltos, no importa cuán lógicas suenen estas conclusiones, estarán equivocadas porque el factor pertinente se ha omitido.
El factor omitido en las filosofías orientales es el Cristo. Cristo no fue Jesús el hombre. Cristo no es solamente un estado de conciencia elevado o un concepto abstracto. Cristo es una Esencia Divina con conocimiento de Sí, el Mas Alto Iniciado de la oleada de vida arcangélica. Es el representante de la Trinidad, el Verbo que “fue hecho carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).
Su encarnación en el cuerpo de Jesús fue única en la historia del mundo. Esto fue lo que facilito a la humanidad a vencer el mundo físico, a transmutar el cuerpo físico y finalmente a conquistar la muerte.
Haciendo uso de la "simbología" para que se entienda mejor diremos que: La entrada de Cristo en la Tierra en el momento del bautismo lo convirtió en regente de la Tierra. Este evento fue el impulso espiritual más importante en la evolución de nuestro planeta. Antes de la venida de Cristo (el Sol), el Regente anterior era la Luna, Jehová, había guiado nuestro planeta desde afuera. Él tomó las fuerzas solares e hizo que se reflejaran indirectamente hacia la Tierra, porque la humanidad todavía no era capaz de soportar los rayos espirituales que venían directamente del Sol (Cristo). Así le dio a la humanidad religiones nacionales, de tribu y de raza, incluyendo el budismo, hinduismo, zoroastrismo y todas las demás religiones orientales. Con la venida de Cristo, la humanidad, recibió el primer impulso espiritual directo desde el Sol. Desde entonces el Espíritu Crístico encarna en nuestro planeta durante el equinoccio de otoño cada año; “nace”
en el centro de la Tierra en la Navidad; y “muere” y “resucita” en los mundos superiores en la Pascua de Resurrección, trayendo el fuerte impulso espiritual del Sol, la fuente de toda vida y luz en nuestro sistema solar. Todos estos grandes acontecimientos cósmicos son de mucha importancia para que sean ignorados por una filosofía que pretende mostrar al hombre el camino hacia Dios.
Solamente por medio de las fuerzas solares aportadas por el Cristo podremos entrar en la condición etérea de la próxima época. Aún los Orientales, después de pasar a través de una etapa de materialismo, finalmente tienen que dar el próximo paso en su desarrollo espiritual y responder a las más elevadas vibraciones del Cristo.
El concepto de las enseñanzas orientales con respecto al Cristo es deficiente. Por lo cual es de esperarse que los Misterios de las Enseñanzas Cristianas presenten un concepto más alto del Cristo que las enseñanzas de origen oriental.
No es que solamente haya solamente una seria discrepancia entre los enfoques de Oriente y Occidente en cuanto al impulso central del desarrollo humano, sino que también los métodos para los logros espirituales son muy diferentes.
En primer lugar, las enseñanzas Occidentales enfatizan sobre la acción física como un método para espiritualizar los cuerpos superiores del individuo.
Cada acto en armonía con el impulso Crístico produce desarrollo en los cuerpos espirituales. Es solamente por medio de una labor cristiana ordenada y sistemática en el mundo material que el aspirante occidental construye lo que Cristo llamó “el manto dorado nupcial” en una de sus parábolas (Mat.22:11), o lo que San Pablo llamo “psoma psuchicon” o cuerpo-alma. La meditación, los cambios de alimentación y los cánticos pueden sensibilizar los cuerpos de los occidentales hacia los mundos espirituales, pero sólo el trabajo con la materialidad puede hacer que el cuerpo-alma crezca. Es vital que el cuerpo-alma se construya si es que vamos a pasar hacia la era de un Cristianismo Renovado y Eficaz.
De no ser así, nuestro desarrollo futuro se retardaría y nos quedaríamos rezagados en la evolución.
Existe entre Oriente y Occidente una gran diferencia de enfoques con respecto a la reencarnación o renacimiento. Los estudiantes Occidentales están de acuerdo con su contraparte, los orientales, en que los seres humanos renacen de siglo en siglo en cuerpos diferentes y en distintas circunstancias. Parece ser que el punto en que difieren es en el significado detrás del hecho del renacimiento. El objetivo oriental es el de escapar de la rueda de la reencarnación hasta llegar al estado de nirvana, o de iluminación. Este estado se logra retirándose del mundo material, suprimiendo anhelos y actividades.
La idea es que al refrenarse de toda causa nueva, finalmente no tendrá más “karma” o destino futuro que liquidar. Por lo tanto no habrá razón alguna para regresar en otra existencia al plano físico. Es por esta razón que el aspirante oriental adopta una actitud pasiva y desinteresada hacia la vida.
Otra cuestión es la alimentación y la respiración. El imponer al cuerpo y cerebro Occidental una alimentación oriental, así como un tipo de respiración determinada que solo llevan a cavo con más facilidad los orientales, esto puede traer como consecuencia desequilibrios en la razón del hombre occidental, así como trastornos en el metabolismo que acarrearan enfermedades físicas.
El hombre espiritual occidental, en cambio, ve la vida material como una escuela de experiencias que debe dominar si es que ha de llegar a ser un creador como su Padre Celestial. Cristo dijo,
“El que en mi cree, las obras que yo hago también él las hará” (Juan 14:12).
Muchos cristianos de hoy hacen pasar desapercibido este mensaje del Maestro Cristo. El hombre espiritual occidental, lejos de tratar de liberarse del ciclo de renacimiento, se sirve de esta morada en el mundo material para su mayor ventaja espiritual. Así es como construye su cuerpo-alma y a su tiempo, después de haber aprendido todas las lecciones que el mundo material le ofrece, se convierte en un adepto y trasciende la ley de renacimiento. Sin embargo, aun en ese estado de exaltación, no evade su obligación hacia sus semejantes en el cuerpo físico con el cual puede servirles. Aun Cristo tomó la “forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Fil. 2:7). El servicio en nuestro presente medio es el camino más corto, más seguro y más gozoso que conduce a Dios. Las filosofías orientales enfatizan sobre el hecho establecido del “karma”, o sea, la ley de causa y efecto. Cada acto que ejecutamos genera causas que más tarde regresan a nosotros. Si hemos hecho mal en las vidas anteriores, tenemos que “pagar” este mal en una vida futura, experimentando el mal en nosotros mismos. Por eso los orientales llevan vidas ascetas.
La Biblia reconoce esta ley. “Lo que el hombre sembrare, eso también cosechará” (Gal. 6:7).
El Cristo trascendió esta ley, trayendo una nueva:
La Ley de Gracia. La Ley de Gracia afirma que no tenemos que sufrir las consecuencias de nuestros actos pasados si nos arrepentimos de ellos de tal modo que no volvemos a cometerlos, pero si los volvemos a cometer entonces tendremos que pagar por estos actos tanto si queremos como si no. Entonces caemos bajo la gracia por medio del arrepentimiento y “nuestros pecados son perdonados”. El perdón de los pecados, en lugar de la dolorosa y penosa expiación de ellos, es único en las Enseñanzas Occidentales.
Otra gran diferencia entre los dos enfoques para contestar a quien nos pregunta sobre este tema; es que la Escuela Cristiana no tiene gurús. El Cristo dijo, “Nadie tiene mayor amor que esto, que ponga alguien su vida por sus amigos. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor: mas os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os he hecho notorias”. (Juan. 15:13,15). Hay una inmensa diferencia entre la posición de sirviente y la de amigo. El sirviente sin preguntar obedece las órdenes de su amo, así como el aspirante oriental
obedece las órdenes de su gurú. En cambio, la palabra “amigo” implica igualdad.
En vez de continuar dependiendo de fuentes externas, el estudiante occidental debe valerse por sí mismo, dependiendo de su propio poder interno. Como resultado, desarrolla confianza en sí mismo, independencia y autodeterminación. Si es que vamos a convertirnos en creadores por nuestra
propia cuenta, no podemos recostarnos en los demás. Tenemos que desarrollar nuestra propia fuerza de voluntad para poder aplicarla en la ayuda y la curación de los demás. Solamente cuando somos fuertes en nosotros mismos, podemos aspirar a ayudar a otros. Los aspirantes espirituales, tanto de Oriente como de Occidente, tienen que enfrentarse al extenso crecimiento del materialismo. La Escuela Cristiana de la N.T.Occidental enseña que los métodos occidentales algún día abarcarán a los orientales.