LAS BODAS DE CANÁ DE GALILEA
por: RODOLFO GONZALEZ PEREZ
20 de abril de 2016
PARTE II
Introducción
Yo soy cristiano desde los 14 años de edad, estoy orgulloso de serlo, de haber encontrado en Jesús, a mi amigo, a mi compañero, a mi salvador y consejero, pero las evidencias de lo que expondré están muy claras y latentes en la enseñanza bíblica por más que se quiera tapar todo por parte de algunas doctrinas cristianas. Y sabemos que el sol de la verdad no puede taparse con un dedo. Cristo es mi salvador, es nuestro Salvador, pero su salvación a la humanidad radico en su mensaje, en el reino de los cielos que según él se había acercado, su mensaje de amor, de unidad, eso es lo que nos salvara. No nos salva la Iglesia, los pastores u Obispos, solo cumpliendo la palabra de Jesús, sus consejos, sus mandatos, eso es lo que nos salvara. Pero para salvarnos tenemos que también conocer la verdad, porque esa verdad nos hace libres. Yo creería en Jesucristo aun sin el venir a salvarnos como muchas Iglesias piensan que vendrá en las nubes. Yo creo en el aunque eso no ocurra. Por qué? Porque el ya nos ha salvado, el nos ha salvado con su mensaje de luz que ahuyenta toda oscuridad, solo tenemos que cumplirlo, entonces ese reino de los cielos que se acerco a nosotros, vivirá en nosotros y nosotros en él, porque ese reino es el reino del amor. Quien cree en Jesucristo por las dadivas y bendiciones o salvación que el prometió, no son diferentes a aquellos que lo seguían por los panes y los peces. Debemos creer por convicción, por amor a él y no por esperar algo a cambio. La gran mentira que manipulo la Iglesia de Constantino de la venta de las indulgencias, el perdón eterno de los pecados, el miedo al infierno y la salvación en el reino celeste como dicen ellos, no fue más que una indignante mentira para atraer más fieles sumisos y enriquecer sus arcas. El miedo al infierno inoculado por la Iglesia de Constantino ha sido el arma, más potente de destrucción masiva, que ha provocado la sumisión y esclavitud de muchas mentes humanas durante siglos. El reino de los cielos señores míos es el amor que Jesús nos enseño y que lo práctico Mahatma Gandhi y tantos otros hombres honorables. Ese amor inmenso de el cual todos estamos imantados pero que no sabemos vivirlo, porque es tan sublime que nuestra iniquidad pone barreras para asumirlo del todo para que guie nuestra vida, por nuestros egoísmos, celos, envidias y pretensiones humanas. Jesús quiere salvarnos pero salvarnos de todas esas miserias humanas porque solo así, podemos vivir en su reino de amor. Por su puesto que el infierno y la promesa del reino de los cielos en un sentido de, lugar de estado armonioso existen, pero su comienzo está aquí en esta mortal y material existencia. Algunos seguirán viviendo en el infierno en esta y en la otra vida y otros en cambio moraran en el reino de paz y amor ya desde esta vida y en la venidera. Ser consciente de estas cosas cuesta, cuesta mucho dado que la mente humana esta tan institucionalizada, tan esquematizada que no podemos ver mas allá de nuestros ojos físicos. Por eso el maestro nos dice:
Mat 13:9 El que tiene oídos para oír, oiga.
El Matrimono de Jesús hijo de María y de José
Jesús es la máxima figura del Cristianismo y los creyentes esperan de él la perfección total. Extrañamente se suele asociar como una virtud mayúscula el ser célibe y no tener deseos e instintos sexuales; por lo tanto Jesús debió ser soltero y
jamás haber tocado sexualmente a ninguna mujer y mucho menos estar casado.
Jesús nunca dijo nada que favoreciese el celibato, al contrario en varias ocasiones aplaudió y apoyó la vida en pareja. Mateo 19,4-5 (4Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?).
Estos versículos dejan notar la aprobación de la vida en pareja por parte de Jesús.
Y si Jesús no predicó el celibato, tampoco hay motivo para suponer que lo practicase.
En la Biblia nunca se menciona que Jesús estuvo casado, pero tampoco lo niega. Hay varios factores que nos pueden llevar a pensar que Jesús pudo haber estado casado:
- El estar casado en la comunidad judía no solo es común, sino que casi obligatorio. Exceptuando entre ciertos Esenios de ciertas comunidades, el celibato era condenado vigorosamente. Durante las postrimerías del siglo 1 un autor judío
incluso comparó el celibato deliberado con el asesinato y, al parecer, su actitud no era única. Y para un padre judío encontrar esposa para su hijo era tan obligatorio como encargarse de que éste fuera circuncidado.
- Si Jesús no estaba casado, el hecho hubiera sido sumamente notable. Habría llamado la atención y se hubiese utilizado para caracterizarle e identificarle. Le hubiera apartado del resto de sus contemporáneos. De haber sido así, es de esperar
que como mínimo uno de los evangelios haría alguna referencia a tan marcada desviación de la costumbre. Si Jesús era en verdad tan célibe como afirma la tradición posterior, es extraordinario que no haya ninguna alusión a tal celibato.
La falta de tal alusión decididamente sugiere que Jesús, en lo que se refería al asunto del celibato, se ajustaba a los convencionalismos de su época y su cultura, sugiere, en suma, que estaba casado.
- Es sumamente improbable que Jesús no se casara mucho antes del inicio de su ministerio público. Si hubiera insistido en su celibato, habría armado gran revuelo, una reacción que hubiese dejado algún rastro. Así pues, el hecho de que en
los evangelios no se hable del matrimonio de Jesús es un buen argumento, no contra la hipótesis de tal matrimonio, sino a favor de ella, toda vez que, en el contexto judío de la época, la práctica o la defensa del celibato voluntario habría sido tan insólita que hubiese llamado la atención y atraído muchos comentarios.
- Jesús era conocido con el nombre de “rabí”. Lo cual induce a pensar que se sometió a algún tipo de preparación rabínica oficial y que era reconocido oficialmente como rabí. Pero, si Jesús era un rabí en tal sentido estricto, su matrimonio no hubiera sido probable, sino virtualmente cierto. La ley misnaica de los judíos es bien explícita al respecto: "Un hombre soltero no puede ser maestro".
Al parecer las famosas “Bodas de Caná” pudieron ser las mismísimas bodas de Jesús; porque si leemos con un poco de suspicacia y mente abierta lo que nos cuenta la Biblia, la probabilidad no es tan descabellada.
Leamos los versículos:
Juan 2,1-11
Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la
madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 5 Su
madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6 Y estaban allí seis
tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos,
en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. 7 Jesús les dijo: Llenad
estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dijo: Sacad
ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 9 Cuando el maestresala
probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10 y le dijo: Todo
hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el
inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. 11Este principio de
señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos
creyeron en él.
Leyendo esta historia podemos concluir ciertas cosas:
- El novio y la novia, permanecen en el anonimato.
- Jesús es "llamado" específicamente para la boda, lo que es quizás un tanto curioso, porque en realidad aún no ha iniciado su ministerio.
- Todavía es más curioso el que su madre esté presente allí «por casualidad», por así decirlo. Y se diría que su presencia se considera como cosa natural.
- Es María quien ordena a Jesús que llene de nuevo los odres de vino, en vez de limitarse a sugerírselo. María se comporta como si fuera la anfitriona: Juan, 2, 3-4 (Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora) Pero María, sin inmutarse lo más mínimo, hace caso omiso de la protesta de su hijo: (Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere)
- Los sirvientes se apresuran a cumplir las órdenes, como si estuvieran acostumbrados a recibirlas tanto de María como de Jesús.
- ¿Por qué María le haría tal petición a su hijo? Y lo que es aún más importante: ¿Por qué dos “invitados” a una boda asumirían la responsabilidad de proporcionar el vino, responsabilidad que, de acuerdo con la costumbre, correspondía al
anfitrión? A no ser, claro está, que las bodas de Caná fueran las del propio Jesús. En tal caso, en verdad sería Jesús el encargado de proporcionar más vino.
- Inmediatamente después de hacerse el milagro, el “maestresala” (una especie de mayordomo o maestro de ceremonias) cata el vino recién producido: Juan, 2, 9-10 (Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; pero tú has reservado el buen vino hasta ahora). Estas palabras van claramente dirigidas a Jesús. Sin embargo, según el evangelio, van dirigidas al “esposo”. Una conclusión
obvia es que Jesús y el “esposo” son la misma persona.
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por: RODOLFO GONZALEZ PEREZ
20 de abril de 2016
PARTE II
Introducción
Yo soy cristiano desde los 14 años de edad, estoy orgulloso de serlo, de haber encontrado en Jesús, a mi amigo, a mi compañero, a mi salvador y consejero, pero las evidencias de lo que expondré están muy claras y latentes en la enseñanza bíblica por más que se quiera tapar todo por parte de algunas doctrinas cristianas. Y sabemos que el sol de la verdad no puede taparse con un dedo. Cristo es mi salvador, es nuestro Salvador, pero su salvación a la humanidad radico en su mensaje, en el reino de los cielos que según él se había acercado, su mensaje de amor, de unidad, eso es lo que nos salvara. No nos salva la Iglesia, los pastores u Obispos, solo cumpliendo la palabra de Jesús, sus consejos, sus mandatos, eso es lo que nos salvara. Pero para salvarnos tenemos que también conocer la verdad, porque esa verdad nos hace libres. Yo creería en Jesucristo aun sin el venir a salvarnos como muchas Iglesias piensan que vendrá en las nubes. Yo creo en el aunque eso no ocurra. Por qué? Porque el ya nos ha salvado, el nos ha salvado con su mensaje de luz que ahuyenta toda oscuridad, solo tenemos que cumplirlo, entonces ese reino de los cielos que se acerco a nosotros, vivirá en nosotros y nosotros en él, porque ese reino es el reino del amor. Quien cree en Jesucristo por las dadivas y bendiciones o salvación que el prometió, no son diferentes a aquellos que lo seguían por los panes y los peces. Debemos creer por convicción, por amor a él y no por esperar algo a cambio. La gran mentira que manipulo la Iglesia de Constantino de la venta de las indulgencias, el perdón eterno de los pecados, el miedo al infierno y la salvación en el reino celeste como dicen ellos, no fue más que una indignante mentira para atraer más fieles sumisos y enriquecer sus arcas. El miedo al infierno inoculado por la Iglesia de Constantino ha sido el arma, más potente de destrucción masiva, que ha provocado la sumisión y esclavitud de muchas mentes humanas durante siglos. El reino de los cielos señores míos es el amor que Jesús nos enseño y que lo práctico Mahatma Gandhi y tantos otros hombres honorables. Ese amor inmenso de el cual todos estamos imantados pero que no sabemos vivirlo, porque es tan sublime que nuestra iniquidad pone barreras para asumirlo del todo para que guie nuestra vida, por nuestros egoísmos, celos, envidias y pretensiones humanas. Jesús quiere salvarnos pero salvarnos de todas esas miserias humanas porque solo así, podemos vivir en su reino de amor. Por su puesto que el infierno y la promesa del reino de los cielos en un sentido de, lugar de estado armonioso existen, pero su comienzo está aquí en esta mortal y material existencia. Algunos seguirán viviendo en el infierno en esta y en la otra vida y otros en cambio moraran en el reino de paz y amor ya desde esta vida y en la venidera. Ser consciente de estas cosas cuesta, cuesta mucho dado que la mente humana esta tan institucionalizada, tan esquematizada que no podemos ver mas allá de nuestros ojos físicos. Por eso el maestro nos dice:
Mat 13:9 El que tiene oídos para oír, oiga.
El Matrimono de Jesús hijo de María y de José
Jesús es la máxima figura del Cristianismo y los creyentes esperan de él la perfección total. Extrañamente se suele asociar como una virtud mayúscula el ser célibe y no tener deseos e instintos sexuales; por lo tanto Jesús debió ser soltero y
jamás haber tocado sexualmente a ninguna mujer y mucho menos estar casado.
Jesús nunca dijo nada que favoreciese el celibato, al contrario en varias ocasiones aplaudió y apoyó la vida en pareja. Mateo 19,4-5 (4Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?).
Estos versículos dejan notar la aprobación de la vida en pareja por parte de Jesús.
Y si Jesús no predicó el celibato, tampoco hay motivo para suponer que lo practicase.
En la Biblia nunca se menciona que Jesús estuvo casado, pero tampoco lo niega. Hay varios factores que nos pueden llevar a pensar que Jesús pudo haber estado casado:
- El estar casado en la comunidad judía no solo es común, sino que casi obligatorio. Exceptuando entre ciertos Esenios de ciertas comunidades, el celibato era condenado vigorosamente. Durante las postrimerías del siglo 1 un autor judío
incluso comparó el celibato deliberado con el asesinato y, al parecer, su actitud no era única. Y para un padre judío encontrar esposa para su hijo era tan obligatorio como encargarse de que éste fuera circuncidado.
- Si Jesús no estaba casado, el hecho hubiera sido sumamente notable. Habría llamado la atención y se hubiese utilizado para caracterizarle e identificarle. Le hubiera apartado del resto de sus contemporáneos. De haber sido así, es de esperar
que como mínimo uno de los evangelios haría alguna referencia a tan marcada desviación de la costumbre. Si Jesús era en verdad tan célibe como afirma la tradición posterior, es extraordinario que no haya ninguna alusión a tal celibato.
La falta de tal alusión decididamente sugiere que Jesús, en lo que se refería al asunto del celibato, se ajustaba a los convencionalismos de su época y su cultura, sugiere, en suma, que estaba casado.
- Es sumamente improbable que Jesús no se casara mucho antes del inicio de su ministerio público. Si hubiera insistido en su celibato, habría armado gran revuelo, una reacción que hubiese dejado algún rastro. Así pues, el hecho de que en
los evangelios no se hable del matrimonio de Jesús es un buen argumento, no contra la hipótesis de tal matrimonio, sino a favor de ella, toda vez que, en el contexto judío de la época, la práctica o la defensa del celibato voluntario habría sido tan insólita que hubiese llamado la atención y atraído muchos comentarios.
- Jesús era conocido con el nombre de “rabí”. Lo cual induce a pensar que se sometió a algún tipo de preparación rabínica oficial y que era reconocido oficialmente como rabí. Pero, si Jesús era un rabí en tal sentido estricto, su matrimonio no hubiera sido probable, sino virtualmente cierto. La ley misnaica de los judíos es bien explícita al respecto: "Un hombre soltero no puede ser maestro".
Al parecer las famosas “Bodas de Caná” pudieron ser las mismísimas bodas de Jesús; porque si leemos con un poco de suspicacia y mente abierta lo que nos cuenta la Biblia, la probabilidad no es tan descabellada.
Leamos los versículos:
Juan 2,1-11
Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la
madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 5 Su
madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6 Y estaban allí seis
tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos,
en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros. 7 Jesús les dijo: Llenad
estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dijo: Sacad
ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 9 Cuando el maestresala
probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los
sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10 y le dijo: Todo
hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el
inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora. 11Este principio de
señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos
creyeron en él.
Leyendo esta historia podemos concluir ciertas cosas:
- El novio y la novia, permanecen en el anonimato.
- Jesús es "llamado" específicamente para la boda, lo que es quizás un tanto curioso, porque en realidad aún no ha iniciado su ministerio.
- Todavía es más curioso el que su madre esté presente allí «por casualidad», por así decirlo. Y se diría que su presencia se considera como cosa natural.
- Es María quien ordena a Jesús que llene de nuevo los odres de vino, en vez de limitarse a sugerírselo. María se comporta como si fuera la anfitriona: Juan, 2, 3-4 (Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora) Pero María, sin inmutarse lo más mínimo, hace caso omiso de la protesta de su hijo: (Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere)
- Los sirvientes se apresuran a cumplir las órdenes, como si estuvieran acostumbrados a recibirlas tanto de María como de Jesús.
- ¿Por qué María le haría tal petición a su hijo? Y lo que es aún más importante: ¿Por qué dos “invitados” a una boda asumirían la responsabilidad de proporcionar el vino, responsabilidad que, de acuerdo con la costumbre, correspondía al
anfitrión? A no ser, claro está, que las bodas de Caná fueran las del propio Jesús. En tal caso, en verdad sería Jesús el encargado de proporcionar más vino.
- Inmediatamente después de hacerse el milagro, el “maestresala” (una especie de mayordomo o maestro de ceremonias) cata el vino recién producido: Juan, 2, 9-10 (Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; pero tú has reservado el buen vino hasta ahora). Estas palabras van claramente dirigidas a Jesús. Sin embargo, según el evangelio, van dirigidas al “esposo”. Una conclusión
obvia es que Jesús y el “esposo” son la misma persona.
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